miércoles, 17 de septiembre de 2014

CALIDAD EDUCATIVA: PROYECTO ESTRATÉGICO

La principal meta de este Gobierno se ha convertido en un objetivo sin precedentes en la evolución histórica del panorama educacional de nuestro país.

El presidente Danilo Medina parece estar simbolizando la esencia de su accionar como jefe de Estado en dos dimensiones encomiables: la eliminación del analfabetismo y la búsqueda de calidad en la formación académica de nuestros estudiantes.

No ha escatimado esfuerzos para invertir un amplio y ambicioso presupuesto en el área de la Educación, a tal punto que se puede afirmar que ha rebasado los  límites de sus aspiraciones en el marco de su política educativa. La sociedad, en su plenitud, le ha brindado un apoyo excepcional. De ahí que haya logrado ese gran  nivel de popularidad, durante sus  primeros dos años  de gestión gubernamental.

Sin embargo, Tabernáculo, Prensa de Dios, en el Editorial de esta edición pretende poner de relieve algunas consideraciones que han  de ser, más que una crítica, una invitación q reflexionar acerca de los posibles obstáculos que bien podrían transformarse en un dique de contención para tan plausible campaña.

Nuestro periódico, después de haber creado un amplio margen para ponderar los valores que implicaría una educación de calidad, se ha detenido a hacer un enfoque bien de cerca a ciertos requisitos que se están descuidando en su aplicación.

Por ejemplo, la calidad en el proceso educativo exigiría que se frene la desigualdad social, para que pueda producir un equilibrio de acogida a los estudiantes que viven  en sectores en un estado de pobreza crítica y a los que forman parte de los sectores de riqueza extrema.

Y este marco diferencial ha de ser analizado no sólo a nivel de estudiantes, sino también en cuanto a las posibilidades económicas de los maestros del sector público en relación con aquellos que integran  el sector de la enseñanza privada, tanto en los niveles Básico, Medio y Superior, sobre todo,  en éste último, que tiene  la responsabilidad de incorporar en nuestros centros de enseñanza a los maestros que tendrán a su cargo la conducción del proceso Enseñanza-Aprendizaje. Un maestro deficiente no puede ser eficiente en su quehacer docente. No se puede dar coces contra el principio filosófico que consigna que “por el efecto, se conoce la causa”

El propio Ministerio de Educación ha comprobado, por investigaciones realizadas, que hay un amplio porcentaje de deficiencia en la formación académica de nuestros bachilleres y, en consecuencia, también se reflejará esa deficiencia en un grupo bastante significativo de los docentes, de manera, pues, que se precisa convalidar algunos aspectos enunciados en este Editorial, con algunos criterios extraídos de un importante discurso pronunciado recientemente por el rector de la Universidad Nacional Evangélica, licenciado Salustiano Mojica, en la ciudad de Santiago de los Caballeros, con ocasión de la solemne investidura de 787 nuevos profesionales.

En referencia al ya conocido Pacto Educativo, el académico se quejaba de la negativa del sector financiero a que los centros universitarios privados tuvieran acceso a préstamos con intereses blandos, para poder ampliar su infraestructura física y adquirir  equipos, con miras a desarrollar procesos de investigación científica, tan exigidos por el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología.

Si, en verdad, el presidente Danilo Medina, quien viene demostrando, en sus visitas sorpresas, una política de facilitación de préstamos a otros sectores de nuestra sociedad, ¿por qué no incluye dentro de esa política  garantías, para que centros  universitarios, facultados para forjar a los profesionales de la Educación y de otras disciplinas puedan obtener, en esas mismas condiciones que se ofrecen  a esos sectores  que tanto lo merecen?

De seguro, que esto constituiría una gran medida  que, sin duda, ayudará a fortalecer  su original consigna de campaña de “hacer lo que nunca se ha hecho” en  beneficio de la Enseñanza Superior.

Así, pues, que ¡Manos a la Obra!, señor Presidente. ¡Dios lo bendecirá!  

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